Con apenas tres meses de funcionamiento, la Fundación Tejiendo Sueños en la Amazonia ha logrado un cambio significativo en la vida de 35 niñas de la etnia Jiw, bajo el liderazgo incansable de Dellys Guerrero, este proyecto ha demostrado que, con voluntad y dedicación, es posible cambiar realidades en una de las regiones más vulnerables del país.
Una misión con propósito
Dellys Guerrero, directora de la Fundación, se ha convertido en una figura clave para el futuro de estas niñas. El trabajo de la Fundación va más allá de brindarles un techo; se trata de transformar sus vidas, alejándolas de situaciones de abuso y vulnerabilidad y ofreciéndoles oportunidades para aprender y reconectarse con su cultura indígena.
La casa hogar TESUAM es mucho más que un refugio. Aquí, las niñas aprenden a hacer pan, pintan murales, preparan fariña y reciben clases de piano y violín. Esta rutina, representa un cambio radical para niñas que antes vivían en las calles, expuestas a peligros como la explotación o el abuso.
El enfoque no se limita solo a la educación formal. Las niñas también aprenden la importancia de cultivar la tierra. Con la creación de una huerta y el cultivo de yuca, no solo están adquiriendo habilidades agrícolas, sino que están fortaleciendo sus vínculos con sus raíces indígenas. «Estamos recuperando sus saberes con la ayuda de sabedores que les enseñan preparaciones propias, tejidos y sus lenguas», explica Guerrero.
El proceso de adaptación no ha sido sencillo, ni para las niñas ni para el equipo que las acompaña. Kimberly Gaitán, cuidadora en TESUAM, recuerda los primeros días de trabajo. «Al principio era complejo porque ellas no eran personas afectivas, no sabían lo que era un abrazo o un ‘te quiero’. Ahora viven diciendo ‘te amo'», comenta con una sonrisa.
Los retos también han sido enseñarles la importancia del respeto y la disciplina. Dellys destaca que lo más difícil ha sido «desaprender» comportamientos arraigados como el robo, la violencia y la falta de respeto a la autoridad. Sin embargo, los avances son evidentes: «Ya saben que deben hacer, desde la panadería hasta recoger huevos y lavar su ropa», afirma.
Una red de apoyo y un futuro por construir
El éxito de la Fundación Tejiendo Sueños no sería posible sin la cooperación internacional y el apoyo de varias instituciones. Child Impact International, el Ministerio de Agricultura, la Policía Guaviare, La Gran Bodega del Constructor y la Cámara de Comercio son solo algunos de los aliados que han permitido que este proyecto siga adelante. «Le agradecemos a todos los que han creído en este proceso. Nos donaron 600 gallinas, y hasta La Gran Bodega nos ha dado crédito, conscientes de que no tenemos un peso», comenta Guerrero, agradecida.
A pesar de los logros alcanzados, el trabajo está lejos de terminar. Dellys tiene un objetivo claro: ampliar la capacidad de la Fundación para poder acoger a 100 niñas. «Si logramos esto, veremos menos niñas en las calles, y estos niños nacerán en familias funcionales», afirma.
El llamado es claro: se necesitan más manos y más apoyo para seguir construyendo un futuro diferente para estas niñas. Guerrero hace un llamado al gobierno y a las entidades locales para que se sumen a esta causa. «El gobierno debe hacer su aporte de manera permanente. Necesitamos acciones diferentes porque, si las que ya están en marcha hubieran funcionado, ya habríamos solucionado esta problemática», concluye.
Lo que parecía una misión imposible se está convirtiendo en una realidad palpable. En tan solo tres meses, la Fundación Tejiendo Sueños ha demostrado que, con determinación y compromiso, es posible salvar a niñas de las manos de pedófilos y explotadores, y ofrecerles una vida digna y llena de oportunidades.
